jueves, 25 de junio de 2015

Otra perspectiva.

Ambos se veían como si tuvieran el mejor secreto guardado entre ellos. Si alguien podría leer en líneas se daría cuenta lo magnífico que era su amor, era la cosa más preciada que ellos tenían y no había modo de quitárselos...porque si alguien lo hacía eso iba a ser la acción más cruel que el ser humano pudiera llega a hacer.

Si el amor tenía que ser seleccionado como forma, ellos dos eran los complementos indicados para aquella forma. No había obra creada por Dios más noble y dulce que aquellos dos enamorados, se notaba que en sus tímidas miradas un fuego ardiente y poderoso los acechaba.

No puedo decir mucho de aquel amor puesto que no lo viví de cerca, pero los aborrecía, les tenía envidia y no lo notaba, quería que mi historia de amor fuera como la que tenían ellos y por este motivo los molestaba, porque me hacía sentir bien...me hacía sentir menos solo.

Ellos eran como la impresión perfecta de una pareja que solo aparece en la televisión, con la simple diferencia de que ellos tenían que ocultarse. Ocultarse de las críticas, prejuicios y presiones que la sociedad de mente cerrada como yo los hacía vivir cada día. Claramente vivían un infierno.

Pero si veías más de cerca su pequeña historia de amor te darías cuenta que ellos tenían que ser libres. Mostrarse tal y como eran y no tener miedo a la sociedad. Mostrar que amar a alguien no está mal, que solo era amor y que no lastimaba a nadie.

Muchas personas como yo decían que la homosexualidad era una decisión, y realmente que tonto fui al pensar eso, porque si así fuera todos hubieran querido ser heterosexuales pues nadie elegiría una vida llena de señalamientos, intolerancia y discriminación.

Habían salido por mucho tiempo a escondidas, besándose tímidamente en público para no generar un disturbio o generar miradas de aborrecimiento, se agarraban de la mano como si tuvieran la gema más hermosa y valiosa en estas y lo tenían que cuidar porque de ellos dependía la vida de las personas, se agarraban las manos tan fuertes como si tuvieran miedo de perderse, de separarse.

Pero sin embargo este cuento no iba a durar para siempre, ellos no lo iban a soportar.

Diez de la madrugada. La noche en la ciudad era fría. Ambos estaban tomados de la mano, mirándose como la primera vez que se vieron. Se abrazaron y dieron su último beso, lleno de ternura y en agradecimiento por todo...saltaron.

Sus cuerpos se encontraban inertes en el suelo de la mañana. Pero aún sus manos estaban juntas, habían cumplido su cometido, estarían juntos para siempre.

Aún sigo culpándome por esto. Algún día y si el mundo me lo permite les pediré perdón. Pero ahora no hay nada que decir, ahora ellos son ángeles, ahora ellos son libres.

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