jueves, 18 de junio de 2015

Puntos suspensivos...

La chica de ojos cafés miraba un punto fijo en su habitación con el sonido de la televisión como música ambiental.

Pensaba en lo harta que estaba de que su vida sea un constante e inconcluso capítulo con puntos suspensivos, jamás puso fin a lo que le hacía mal. A los que le hacían mal.

Era débil y no lo hacía, tal vez por miedo o por rechazo. Capítulos y capítulos abiertos e inconclusos, capítulos que solo ella podía cerrar y ponerle fin a todo y a todos.

Pero, no podía, no podía por más que lo quiera, porque si cerraba un capítulo significaba cerrar puertas, puertas que en algún momento la hicieron feliz, pero ahora ya no más.

El panorama cambia y agarra su celular, ve a todos los contactos con los que se hablaba y piensa que aún faltan algunos, los más importantes, con los que ya no se habla, con los que juro miles de promesas que todos tuvieron su punto suspensivo, su "final" inconcluso.

Se coloca la almohada en la cara apretándola fuerte, queriendo gritar, pero no lo hace porque nunca le gusto gritar, ella es más del sollozo leve y casi inaudible.

Entonces vuelve a pensar, a comprender esos capítulos inconclusos en su vida, capítulos que los puntos suspensivos tendrían que haber sido puntos finales. Personas que no se merecían los tres puntos.No se merecían la espera.

Se saca la almohada de la cara y apaga la televisión, solo quedan ella y el silencio producida por la ausencia del sonido.

Entonces decide que ya es hora de sacarle dos puntos a los puntos suspensivos.

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