sábado, 20 de junio de 2015

Una pequeña historia II

En sus batallas más oscuras y tétricas internamente, ella le sonreía al que le hacía mal. En sus pensamientos más gélidos, ella ayudaba a quien sea con tal de verla sonreír.

Ella trataba de ser fuerte para los demás, daba oportunidades a personas que no se lo merecían. Pero la realidad era que ella no estaba bien del todo.

Sus demonios la obligaron a hacer ciertas cosas que nunca se hubiera imaginado hacer. Era débil, flaqueó y en su último intento, en su último suspiro...cayó, lenta y profundamente a un vacío sin salida.

Conoció hasta lo más profundo de su ser, el más oscuro rincón de su mente y pensamientos. Conoció la otra cara de la moneda, SU otra cara.

Ya no podía mantenerse en pie, una voz muy chiquita y casi inaudible decía que pelee sus propias batallas, pero ella no podía...o tal vez ya no tenía ganas. Ya no era la misma que se mantenía fuerte por los demás e ignoraba sus problemas.

Sus ojeras comenzaron a notarse. Sus ojos ya no reflejaban alegría, lo único que brillaba era el hilo aguoso al rededor sus ojos, sonreía pero sus ojos decía algo diferente, como si gritara en silencio. Luego comenzó a sonreír cada vez menos, ya no intentaba hacer una mueca para disimular, ahora solo se inmutaba en quedárseles viendo a las personas omitiendo comentarios.

Pasó meses sin salir, sin comunicarse.

Pero no todo estaba perdido, no todo era como ella creía.

Comenzó a obtener apoyo de otras personas, personas que no le dieron la espalda, personas que desde un principio la querían ayudar pero ella misma las apartaba. Comenzó a sentir la vida de nuevo, a saborear cada momento que estas personas le brindaban.

Cambió drásticamente y comprendió que tenía que alejarse de todas esas personas que le hicieron mal, recordando que todo vuelve y que tarde o temprano...les iba a volver.

Gracias a todo el apoyo que recibió ahora ella sonríe.

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